Tal vez esto lo hizo el destino ♪

Ambos cruzaron el campamento hasta la parte norte, dónde se encontraba el pequeño bosque. Mailen observaba todo a su alrededor, frunciendo los labios de vez en cuando, analizando ciertas cosas.

Gavin caminaba delante de ella, aún con su mano entrelazada a la de la morena. Buscaba un buen lugar para enterrar el trofeo de Alek, un lugar al ejado de allí, él siguió caminando, adentrandose más en la espesura del bosque.

Ella era valiente, no podía flaquear por un par de ramas y un comienzo de oscuridad. No podía, no? De cierta forma, el estar con aquel muchacho la relajaba, saber que no estaba sola era mucho mejor.

Mailen se detuvo, con la vista fija en un árbol que tenía algunas raíces levantadas. - Podemos esconderlo allí, y llegar el hueco con más tierra. - Sugirió, sólo por decir algo.

Era muy tarde, Gavin ya lo había visto y ya estaba sacando un poco de tierra para meter la copa, sin decir palabra el castaño se llenó de tierra las manos, como un perro escondiendo un hueso.

Ella tampoco se hizo esperar, fue después de él y se arrodilló en el suelo. Lo ayudó a quitar un poco de tierra, lo suficientemente profundo como para que la copa se hundiera. Mailen se preocupaba ahora por la tarea de rellenar el agujero, y poner piedras encima si era necesario.

Gavin se quedó pensando en la última vez que había enterrado algo y una mueca atravezó su rostro. La última vez había enterrado a su mitad. Hacia año y medio ya.

Ella terminó por encerrarlo, dejando una roca encima como una especie de señal que sólo ellos entenderían. Mai volteó a él, frunciendo el ceño ante su expresión. - Estas bien? - Preguntó, ladeando el cuello.

- Si.. claro.. - contestó levantando su mirada verde hacia ella, sus ojos estan tristes.

Mailen se acercó un poco más a él, comprensiva. Dejó descansar una de sus manos en el hombro de él, intentando darle confianza. Bien sabía la castaña que ellos apenas se conocían, pero trataba de darle a entender con ello, que era todo oídos para cuando él quisiera hablar.

Él se recostó apoyando su cabeza en la tierra, no le interesaba ensuciarse. - Solo son malos recuerdos, no tep reocupes.. - le susurra quedandose allí.

Mailen se recostó a su lado, compañera. - Sé que es eso. - Comentó más para sí misma, hundiéndose en sus propios escasos y cortos recuerdos con su padre.

- Mi gemelo murió hace año y medio.. - le cuenta con los ojos cerrados, como si la conociera de toda la vida, así lo siente.

Ella recargó su cabeza en el hombro de él, mirándolo. - Lo siento mucho, Gavin. - Musitó, sincera. - Es horrible perder a una persona cercana.. - Murmuró, tragando saliva luego. Inconsciente.

Asintió sin abrir los ojos. Suspiró pesado.

- Mi padre desapareció cuando yo era una niña. - Le contó, no por tener la necesidad de hacerlo, si no para que él supiera que ella lo entendía de una forma similar.

- Lo siento.. - susurró con la voz ronca.

Ella negó, había aprendido a tener que vivir así y era algo que trataba de olvidar si era mejor. Mailen se quedó junto a él, pensativa.

- Quieres caminar? - no quiere estar allí, solo quiere distenderse.

- Por supuesto. - Aceptó, incorporándose con suavidad y tranquilidad del suelo. Ella se puso de pie, tendiéndole su mano a Gavin.

Él tomó su mano levantandose del lecho donde estaba enterrada la copa.

Ella le regaló una sonrisa, soltando su mano una vez que él estuviera de pie. Se colocó a su lado, mirando alrededor.

- Vamos.. - le dice comenzando a caminar, él bosque era enorme y ya no sabía donde estaban.

Ella lo acompaña, caminando junto a él. - Tú estabas en el campamento en verano pasado? - Preguntó, Mai se había enterado que Athens Velot cumplía su segundo año ahora.

- Hace ya un año que estoy aquí.. - le contestó con esa calma suya. Camina sin dejar que ella se quede atrás.

Ella sonrió, casi para sí misma. - ¿Y cómo es todo aquí? - Preguntó, con la vista en él ahora, curiosa.