Y recuerda que, yo NO soy tu amigo fiel ♪

- Tenías que ser, Za.. - Susurró, entrando con ella a la cabaña que recibía el nombre de enfermería. La muchacha rubia se había lastimado, o eso era lo que el moreno había entendido.

Alekzi buscó a las enfermeras por todas partes, jodidas viejas. - Y Gazz dice que está todo controlado, oh sí claro.. - Musitó, quejoso. Si el fuera el director, las cosas serían muy diferentes sin duda.

-No fue mi culpa- puceherea, entrando con él. En realidad, sí, pero eso era algo que no tenía que saber su amigo.

Se sienta en la camilla de allí. -Au- se queja, como una cria de dos años.

- Ya, no te quejes rubia. - Rió él, tomándola de los hombros para que se recueste. - Ahora, voltea. - Le hace ojitos, ya que las enfermeras no estaban él tendría que hacer el papel. - Dr. Alekzi, a sus servicios completos -

-Aaaaaaaaalek- se queja, volteándose. -Despacio que duele- se queja, antes de que hiciera algo. Era una cría en esas situaciones.

- Tevaadolermáscuando.. - Murmuró apenas audible, con un tono de voz profundo y de disfrute total. - No he hecho nada.. - Esboza su peor expresión de inocente, interrumpiéndose a sí mismo.

-¡Alek!- lo regaña, riendo suavemente. Era insufrible, de verdad que lo era.

-¿Me curas o no?- estaba incómoda. No podía quedarse quieta por más de tres minutos.

Él también rió cuando ella lo regañó, masculino. - Estoy en eso, estoy en eso. - Murmuró, sin saber que hacer. - Lo primero es lo primero, tengo que desvestirte. - Avisa, acostumbrado a esa frase.

-¿Entera?- bufa. Alek la había visto desnuda en más de una ocación, pero aquello le sería incómodo.
Empacada, se levanta y se desviste, hasta quedar en ropa interior. Se mira su muslo y hace una mueca.
-Me voy a morir infectada- le dice a Alek, mirándose su herida.

El moreno se llevó el puño cerrado a los labios, golpeándose levemente la boca y mordiendo su lengua interiormente como para no decir nada desubicado.

Salió de sus ensoñaciones cuando ella habló, distraído. - Es sólo un raspón, ni te morirás, ni te infectarás. - Avisó, volteándose. Buscando alguna de esas botellitas con nombres raros.

-¿Y si me muero?- mira la espalda de Alek, puchereando como una cria de cinco años. -So jóven aún para morir, Alek- le dice, con voz cría. En semejantes situaciones, era extremista.

- Si te mueres, no será por eso. - Le asegura aquel diablo que toma lugar en su hombro derecho y que lo hace hablar inconscientemente. El muchacho encuentra un líquido desinfectante, voltea con el frasco en sus manos. Sonriendo como un médico maniático.

Ve su sonrisa y pucherea. -¿Y si dejamos que se quede así?- se moriría del dolor, pero la sonrisa de Alek no le gustaba. Ya estaba de pie, haciendo una mueca de dolor, preparada para correr.

El moreno rodó los ojos, divertido. - No voy a hacerte nada que no quieras que haga, de acuerdo? - Avisó, aún con esa sonrisa de lado. Comprador. El desinfectante ni siquiera dolía, o eso tenía entendido.

-¿Lo harás despacio?- se sostiene de la camilla, sentía cómo sus piernas iban a caer en cualquier momento.

El moreno esbozó su peor sonrisa de pervertido, que mierda que era ser del personal, y no poder disfrutar más. Alekzi se arrodilló a su lado, llenandose la mano de aquel líquido que parecí una especie de gel. - Más rápido, menos duele bonita. - Aconseja, aún gamberro.

Hace una mueca con sus labios, cria.
-Despacito, despacito por favoor- le pide, casi rogando. Era una cagona de primera, y más si se trataba con aquellas cosas. Abre más sus piernas, para que pudiera trabajar mejor.

Mierda! ¿Era posible qué aquella rubia le hiciera todo tan difícil? Alekzi comienza a pasar el frío líquido por su muslo derecho, mordiéndose el labio inferior intensamente.

Suelta un jadeo sorpresivo cuando siente el líquido en su herida. -Está frío- se queja, apretando con fuerza la camilla con sus manos.

- Esto te desinfecta.. - Calla al oír su puto jadeo. ¿Qué no podía quedarse quitecita como una muñeca y a él no se le desacomodarían tanto las ideas? Pasea sus manos por su muslo, subiendo despacio.

-Lek!- chilla, tensándose. Aquello le dolía demasiado, y era frío.

-Me arrepiento, sé rápido por favor- le ruega, abriendo su boca sin emitir sonido alguno.

Si hubiera sido por él, comenzaba a insultar a los cuatro vientos y se metía en una bañera llena de hielos. Pero no, tenía que hacer su odioso trabajo. Él cumpliría, pero luego tendría que ganarse todo su arduo labor.

El castaño terminó, pasando el gel por la última parte de su piel de manera rápida y con los ojos cerrados. Cerró el frasco y se incorporó.

Za también cerró sus ojos, sin ver lo que hacía. Cuando ya no sentía más nada, se tiró en la camillia, respirando feliz.

El castaño guardo la botella en su correspondiente lugar, tomando una toalla entre sus manos y limpiándose los restos de gel de la mano. Él volvió hacia ella, sólo un poco más tranquilo ahora.

- Podrías vestirte, no crees.. - Señaló, pasivo.

-Déjame relajarme. Además como si nunca me hubieras visto así- le saca la lengua y se reincorpora, lista para bajarse de allí e intentar caminar.

-Veen, así me ayudas- Za no era cuidadosa con esas cosas. Volvía a estar sentada y con sus piernas abiertas.

- Yo te puedo ayudar en todo lo que quieras, mi vida.. - Luego de decir todas esas palabras con peor de los tonos calentones, el - casi - vaquero camina hasta ella y se coloca a su lado. Él lleva una mano a su cintura, rodeándola con su brazo. Ayudándola a incorporarse.